martes, 22 de diciembre de 2009

Acotaciones al Multiculturalismo desde la política de la Identidad, reflexiones desde la filosofía política



Visiones del mundo

Este texto pretende dilucidar de forma crítica los espacios y momentos en los que el argumento de la política de identidad, presenta lapsus, omisiones y mistificaciones, así como oportunidades y valoraciones, a partir de los planos efectivos para su articulación, uno es el individual y otro el colectivo.

Es en la sociedad posmoderna, en la que los mass-media “se han convertido en componentes de una explosión y multiplicación generalizada de Weltanschauugen: de visiones del mundo”[1], propiciando una caótica circulación de imágenes del mundo, donde para Vattimo, ese caos posibilita la emancipación; el individuo que se encuentra inmerso en un mundo multicultural donde compiten imágenes, valores, interpretaciones y reconstrucciones fomenta “una disposición favorable a la tolerancia, ya que hace que tomemos conciencia de la naturaleza histórica, contingente y limitada de todos los sistemas de valores y creencias incluyendo los nuestros” [2]

Es en esta visibilidad de minorías étnicas, linguísticas, raciales, culturales y sexuales, una visibilidad de las imágenes de la periferia para Vattimo y que son producidas por los mass-media, y que para Will Kymlicka es desde el plano de los derechos de la minorías donde adquieren visibilidad, para Charles Taylor es a través de “la política del reconocimiento” donde se les otorga visibilidad, y que sin embargo la reducción del contenido conceptual del multiculturalismo al mero dato empírico (de sentido irrelevante) del carácter multicultural de casi todas las sociedades actuales e históricamente ha estado presente. Es así que el gran interés que despiertan estos temas en nuestro tiempo, es debido a las condiciones actuales en las que se desarrollan las relaciones multiculturales. Resulta sumamente complejo (y hasta en un momento absurdo) el poder hablar de un pueblo o una cultura totalmente pura, desarrollada y constituida sin influencias de otras culturas, el multiculturalismo “no es asunto de hoy; sino su mayor actualidad proviene de la mayor intensidad de su percepción”[3]

Agrega Vattimo, “vivir en este mundo múltiple significa experimentar la libertad como oscilación continua entre la pertenencia y el extrañamiento”[4] una libertad como posibilidad (quizás, no como realidad), debido a que el pensamiento posmoderno, brinda el chance de replantearnos un nuevo modo de ser.

Sin embargo, el reverso de la diferencia, entendido como un discurso de forma cautelosa más que adherente, reconoce en el compromiso con la diferencia, “política de la identidad” ciertos atisbos que no pueden pasarse por alto ante éste prematuro ambiente de completa positividad al reconocer la otredad.

Arditi, descifra en este movimiento permanente entre pertenencia-extrañamiento, donde “un efecto potencial de esa oscilación (vattiniana) podría ser la multiplicación de compromisos electivos, lo que consiste con la idea del ‘arraigo dinámico’ de los individuos contemporáneos”[5] individuos que participan en protestas espontáneas, enfocadas a intereses específicos, en objetivos concisos, esto es una modalidad en el campo de la acción como una “intervención intermitente” [6] como consecuente de valor positivo, si se entiende el compromiso o distanciamiento de cada individuo de formar parte de un movimiento social o a través de instituciones no gubernamentales.

Ahora bien “deberíamos ser cautelosos en cuanto al alcance de la oscilación, pues no todos tiene la misma facultad o poder de escoger su estilo de vida”[7] preocupación apremiante que ante una homogenización e individualización, como por ejemplo en los modos de consumo; también se resalta una visibilidad más fatídica de las condiciones de vida; es contundente Arditi al “plantear la cuestión del reverso (de la oscilación) a quienes están prestos a vincular la proliferación de diferencias con la emancipación sin tomar en cuenta la indeterminabilidad de tal vínculo”[8]

Ahora enfoquémonos al problema de la pertenencia a una identidad colectiva; la autenticidad de los individuos tiene restricciones y límites, pues una conducta exageradamente auténtica de los individuos, así como sus fines y valores no armonizan con los de la comunidad en la que viven, puede ponerla en peligro, incluso al grado de desvirtuar la identidad, desde otra perspectiva esto mismo, si a los individuos les interesa todavía la identidad de su comunidad, entonces conviene que estén conscientes de que la preservación de esa identidad comunitaria impone límites al posible ejercicio de su autenticidad, ¿que riesgos significa imponer un límite a la autenticidad (individual) por sobre la identidad colectiva? Una pronta repuesta apuntaría al plano de los derechos individuales y el de los derechos colectivos, debate genérico de la política de la identidad y que se abordará no desde el plano jurídico, como comúnmente se ha conducido éste debate, sino del plano político: el relativismo cultural y la tolerancia.

Este es otro aspecto del reverso de la diferencia, en particular con el del extrañamiento, y es que “en el límite, el mundo múltiple se convierta en un mundo de particularidad pura donde la posibilidad de juzgar a otros se torna ilegítima y las articulaciones políticas transculturales improbables.”[9] El relativismo cultural conduce irremediablemente a la segregación y al gueto, un tolerancia extrema conduciría a su propia autodestrucción y es que la tolerancia se ha vuelto en eje de debate desde el discurso pluralista hasta el discurso multiculturalista, estableciéndose: si uno es tolerante en cuyo caso no sería posible defender la universalidad de valores, principios políticos, una visión del mundo, un punto de llegada, o bien uno defiende tal universalidad, pero entonces se convierte en un etnocentrista intolerante, el portavoz de una cultura dominante. León Olive, propone una diferencia entre “tolerancias” esto es “la decisión entre la tolerancia sensata, la tolerancia boba y la intolerancia debe tomarse sobre la base de las razones que se den para ser tolerantes en situaciones específicas”[10] la primera es desde una plano de los derechos humanos, es decir con una plataforma universal, la segunda (la boba) a partir de un relativismo moral; pero la respuesta es cuando uno no se encuentra del lado de los derechos humanos y es señalado por ese motivo,(quizás)una respuesta más acertada al problema del “endurecimiento de la fronteras interculturales” y el separatismo, es la propuesta por Wymlicka, quién señala que no es suficiente la apelación a la tolerancia para con los grupos culturalmente diferenciados, la vía es en el plano de la solidaridad, capaz de garantizar la estabilidad de la unión social, el de producir valores compartidos[11]

Se puede entender, que en un momento la colectividad pueda volverse hacia su interior, tratando de consolidar un identidad colectiva que ofrezca certidumbre debido a la subjetividad fluctuante; este es un dilema conocido, ¿individuo o comunidad?, una dicotomía entre organicismo-individualismo, donde Vitale agrega que ésta dicotomía “gira en torno a la cuestión de la naturaleza subjetiva (individual) u objetiva (colectiva e histórica) de la racionalidad.”[12]

Pero si en realidad tal dilema es falso, y existe una recíproca determinación, esto es que los valores, las creencias, las normas implicadas, así como las evaluaciones que la persona hace o puede hacer (en una crisis o krinein seleccionar las alternativas identidades, para quienes si tiene opciones)[13] deben verse contra el telón de fondo de las creencias, los valores, las normas y procedimientos usuales que comparte con quienes suele interactuar. Esto es, “decir que las personas son entidades sociales significa que sus creencias, necesidades, fines y deseos, así como las evaluaciones que realizan, se conforman por medio de sus interacciones con otras personas, y que las comunidades y tradiciones alas que pertenecen las moldean”[14]

Así reconocerá Arias que “con esta definición de identidad colectiva (a partir de un plano identitario, y un plano electivo o estratégico) estamos pues, ante una expresión de la capacidad estratégica de las colectividades, ante un recurso de poder en la medida que incrementan sus posibilidades y condiciones de negociación, resistencia y confrontación con otros individuos”[15] de esta manera una identidad colectiva ofrece una capacidad política importante.

Es por eso que el reverso de la diferencia, en extremo puede conducir al cuestionamiento de los universales, privilegiando formas sectarias de identidad que por lo común vienen acompañados de discursos xenófobos y/o nacionalistas, la diferencia cultural crea un problema precisamente porque incluye o conduce las significaciones de otro orden, el cuestionamiento de los universales, tal como afirma Arditi, “eso no tiene porqué ser así, pues hay maneras de pensar la universalidad como una categoría impura y no como un fundamento”[16]

El texto ha invitado al lector a transitar del plano individual donde el sujeto se encuentra en una oscilación entre permanencia-extrañamiento, que ha logrado resaltar elementos positivos como lo es una participación en la esfera pública de forma selectiva a partir de intereses específicos (intervención intermitente); hasta una más cautelosa que demuestra que el intervenir a una emancipación no toma en cuenta la indeterminabilidad de una real posibilidad. ¿Estas visiones del mundo tendrán que esperar para emanciparse? En un segundo plano se relacionó con la identidad (colectiva) que puede conducirnos al sectarismo cultural y los problemas que trae consigo ello y que ofrece como respuesta un gran reto intelectual para posibilitar una convivencia intercultural, pero también se reconoce su valor legitimador y movilizador en la esfera política de la negociación.


Bibliografía

Arditi, Benjamín (ed.) El reverso de la diferencia, Nueva Sociedad, Caracas. 2000

Arias Marin Alan (coord); Debate Multicultural y Derechos Humanos, CNDH, México, 2006

Baumann, Gerd; El enigma del multiculturalismo. Un replanteamiento de las identidades nacionales, étnicas y religiosas, Paidós, Barcelona, 2001

Kymlicka, Will; Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996

Vattimo, Gianni; “Posmoderno: ¿Una sociedad transparente?, en B. Arditi (ed.), El reverso de la diferencia, Nueva Sociedad, Caracas. 2000

Vitale Ermanno; “¿Individuo o comunidad?” en Liberalismo y Multiculturalismo. Un desafío para el pensamiento democrático, Océano, México, 2004

── “Identidad, Autenticidad y Autonomía” en Liberalismo y Multiculturalismo. Un desafío para el pensamiento democrático, Océano, México, 2004


[1] Vattimo, Gianni; “Posmoderno: ¿Una sociedad transparente?, en B. Arditi (ed.), El reverso de la diferencia, Nueva Sociedad, Caracas. 2000 p.22

[2] Vattimo; Ibídem.

[3] Baumann, Gerd; El enigma del multiculturalismo. Un replanteamiento de las identidades nacionales, étnicas y religiosas, Paidós, Barcelona, 2001 p.10

[4] Vattimo; op. cit. p. 22

[5] Arditi, Benjamín (ed.) El reverso de la diferencia, Nueva Sociedad, Caracas. 2000 p. 104

[6] Arditi, B; op. cit. p. 105

[7] Arditi, B; op. cit. p.106

[8] Arditi, B; op. cit. p.107

[9] Arditi, B; op. cit. p.116

[10] Olive León; Multiculturalismo y pluralismo, México, Paidós-UNAM, 1999. p. 103

[11] Kymlicka, Will; Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996. p. 226

[12] Vitale Ermanno; “¿Individuo o comunidad?” en Liberalismo y Multiculturalismo. Un desafío para el pensamiento democrático, Océano, México, 2004 p. 93

[13] Arditi, B; op.cit. p. 108

[14] Vitale Ermanno; “Identidad, Autenticidad y Autonomía” en Liberalismo y Multiculturalismo. Un desafío para el pensamiento democrático, Océano, México, 2004 p. 192

[15] Arias Marin Alan (coord); Debate Multicultural y Derechos Humanos, CNDH, México, 2006 p. 18

[16]Arditi, B; Ibíd p. 121

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